Saber mirar
En el umbral que deja entrever el comienzo de la Patagonia, Olas Comunidad Oceánica habita un territorio que renueva energías con la puntualidad de cada luna.
La biodiversidad de nuestra geografía, configura un capítulo singular, donde el principal secreto, reside en el intercambio entre el mar, las barrancas y el bosque.
Pinos, lambersianas, robles, acacias, araucarias, coníferas, eucaliptos, arbustos, matas herbáceas, cortaderas, grindelias, chilcas, gramíneas, molles y murtas, son algunos de los verdes que componen la paleta de nuestro barrio.
Gavilanes mixtos, chimangos, cotorras, benteveos, calandrias, churrinches, gaviotas cocineras, macás grandes, suiriríes reales, carpinteros reales y campestres, horneros y loros barranqueros, completan el cielo con sus sonidos y vuelos.
En otoño, el pingüino patagónico llega para dejar sus huellas sobre la orilla alfombrada por caracoles. Mientras que a partir de agosto, los acantilados elevados, ofrecen las mejores ubicaciones para el avistamiento de la ballena franca austral.
Entre todas estas especies elegimos echar raíces. Conscientes de la sabiduría de la naturaleza y su efecto diario, abrazamos un estilo de vida con otro pulso. Más en sintonía con lo esencial y no tanto con lo urgente.
Nuestro clima templado con influencia oceánica y la riqueza de la tierra sin agroquímicos, nos invitan al arte ancestral del cultivo agroecológico. Estamos convencidos sobre los beneficios de las huertas en casa; sabemos que van mucho más allá de todo eso que se genera en torno a la mesa.
Es precisamente aquí, sobre estos acantilados milenarios, donde seguiremos renovando nuestro compromiso de preservación y cuidado ambiental con esta reserva natural.
Olas Comunidad Oceánica es nuestro punto cardinal donde el mar y el bosque se abrazan a la vista de quienes saben mirar.
